Homenaje a Alberto Arbide, primer presidente del CERMI
Alberto Arbide, mi mejor aliado
Por Ana Peláez, comisionada de Género del CERMI
Conocí a Alberto en noviembre de 2001, en el marco de una de las reuniones del Foro Europeo de la Discapacidad, la primera para mí. Recuerdo que llegué perdida entre otra mucha gente que, de unos países y de otros, se encontraban, saludaban y compartían espacios comunes de amistad y compañerismo, tan alejados y distantes para una recién llegada como yo… Mi misión era incorporarme como vocal al Comité de Mujeres en representación del CERMI, al que también acababa de llegar el año anterior para ser miembro de su comisión de la mujer en nombre de la ONCE. Y fue entonces, en medio de ese bullicio de gente y de mi inexperiencia, cuando Alberto se acercó por primera vez para convertirse, desde ese momento, en mi mejor aliado y mentor.
"Gracias al ejemplo y modelo que encontramos en Alberto, pudimos sacar adelante buena parte de los objetivos encomendados desde España"
También ese año conocí a Pilar Villarino, quien por entonces se acababa de incorporar al CERMI para llevar los asuntos europeos, por lo que su vinculación con la causa de la defensa de los intereses de la discapacidad en Europa y la representación del CERMI como miembro del Foro Europeo de la Discapacidad estaban más que justificada. Así es que, sin haberlo previsto ni organizado, nos convertimos desde el principio en un trío inseparable ante nuestros colegas europeos; Pero también en un equipo que, gracias al ejemplo y modelo que encontramos en Alberto, pudimos sacar adelante buena parte de los objetivos encomendados desde España, difíciles de comprender por otras organizaciones europeas del sector.
Desde aquellos primeros momentos hasta ahora, muchos han sido los viajes compartidos, las reuniones interminables, las estrategias impulsadas y hasta algún que otro desvelo vivido para sacar adelante los intereses de nuestro sector. Pero muchas han sido también las asambleas y reuniones de los consejos nacionales del Sur de Europa vividas con otros compañeros y compañeras del CERMI que, durante un par de días al año, se sumaban al EDF, para quienes también Alberto ejerció de excelente embajador y nexo de unión de nuestro movimiento a cientos de kilómetros de distancia de Madrid. Y es que, también gracias a él, quienes acudíamos a estas convocatorias (ya lo hiciéramos como observadores o como miembros de pleno derecho) , encontrábamos en los escasos paseos, alguna cena compartida o pasillos de aeropuertos la excusa perfecta para conocernos y, sobre todo, comprendernos mejor, desde el respeto de la diferencia y desde la diversidad de nuestra unidad.
"Ir de la mano de uno de los padres del EDF y del primer presidente que tuvo el CERMI, ha sido para mí uno de los mejores regalos que me ha dado la discapacidad"
Pero viajar con Alberto era encontrarnos también con Ana (su mujer) y Juan (mi marido), que tan amenas nos hacían las pausas para el café de media mañana o media tarde, entre los diferentes puntos del orden del día. Así es que, entre campañas europeas y pactos por la discapacidad, se compartían recetas caseras y remedios domésticos; entre propuestas de directivas y estrategias europeas, se pasaba revista a la jardinería donostierra o al estado de la poda de temporada en el centro de San Sebastián…
Y es que, ir de la mano de uno de los padres del EDF y del primer presidente que tuvo el CERMI, ha sido para mí uno de los mejores regalos que me ha dado la discapacidad para mi vida profesional y personal. Su amistad y apoyo me han servido para continuar el trabajo que con tanto empeño, inició con otros colegas europeos, allá por el año 95; pero, sobre todo, me han reconfortado y apoyado en los momentos más difíciles, ofreciéndome sin reservas la mano y el afecto de un gran amigo.